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22/11/07

Eideres.

Eider. Podría ser un armario de Ikea, o el nombre de pila del próximo fichaje del Barça, pero se trata del nombre popular de una especie de ave, Somateria mollissima.

Los eideres son patos marinos capaces, como buenos patos, de volar y zambullirse. Viven en altas latitudes del hemisferio Norte, y crían en costas y archipiélagos. Se alimentan de moluscos y crustáceos que capturan buceando en aguas marinas, para lo que están equipados con plumas hidrófugas. Las hembras se encagan de los huevos, para los que excavan nidos cerca del agua, que recubren con su plumón–unas plumas interiores más finas que creceen debajo las plumas "normales"- para aislarlos térmicamente. La palabra edredón tiene su origen en el sueco eiderdun, y es que con el plumón (dun) recogido de los nidos de eider se rellenan los originales edredones.



Eider hembra (arriba) y eider macho (debajo), de Flickr.


Las plumas de las aves son estructuras muertas que se van desgastando, de modo que deben ser renovadas regularmente. Muchas aves, como los jilgueros o los pardillos, van renovando el plumaje gradualmente, mientras otros, como los eideres que nos ocupan, lo hacen de una vez. El principal problema de perder el plumaje de golpe es que volar pasa a ser una actividad... ¡imposible! De hecho, se cree que estos patos, por su diseño corporal (con alas relativamente cortas y pesadas) tampoco podrían realitzar la renovación de sus plumas gradualmente sin perder la capacidad de vuelo, así que, ya puestos, si eres un eider y te vas a quedar sin volar un tiempo, mejor que sea poco.

Un grupo de investigadores canadienses y británicos se han propuesto dotar de sentido energético al periodo obligado sin vuelo de lls eideres en un trabajo publicado hace poco en Ecology. La creación de un nuevo plumaje supone una gran gasto energético, así que los eiders podrían tratar de compensarlo mediante un incremento en la entrada de energía (zambulléndose más y más rato para alimentarse más) o simplemente, podrían tomárselo con calma e intentar reducir su metabolismo durante este período. Muy bien. Pero ¿cómo lo han hecho? ¿Se sentaron a observarles? ¿Se lo preguntaron? Estudiar animales tan móviles en su medio y sin interferir en su comportamiento es una cosa complicadísima, que estos biólogos han planeado de forma espectacular.

Para empezar, debemos poder identificar los individuos estudiados. Como la mayoría de humanos, los aficionados a la ornitología (estudia de las aves) tienen sus vicios. Und de ellos es el anillamiento de aves, que consiste en colocarles una anilla con un código gravada en una patita. Gracias a esta “matrícula” y a las campañas de muestreo que se hacen regularmente en muchos lugares del mundo se ha logrado acumular mucha información sobre las rutas migratorias y la longevidad de gran variedad de especies. Sigamos: una veintena de eideres hembra identificadas de esta guisa fueron capturadas, pesadas, identificadas y anestesiadas para poder implantarles debajo de la piel un pequeño sensor equipado con una memoria donde cada dos segundos se registraban datos referentes a la frecuencia cardíaca y a la presión. Un año después fueron recapturadas y los sensores recuperados.


Siguiendo el registro de lls latidos del corazón de estas aves se pueden identificar los momentos en que estan volando, puesto que el corazón se acelera muy rápidamente (inicio del vuelo), se mantiene estable a frecuencias elevadas (vuelo) y se frena bastante bruscamente (aterrizaje). Además, considerando que la frecuencia cardíaca es proporcional al consumo de O2, se obtienen datos de consumo energetico diarios, que se pueden poner en relación con los mínimos diarios para desglosar el consumo en consumo basal y en consumo ligado a la actividad. Con los datos de presión podemos saber si las aves se han zambullido a buscar comida, y a qué profundidad. Un diseño experimental elegante.


sin embargo, una cosa es el diseño y otra la realidad. De las 20 hembras, fueron recuperaradas 18, cuyos sensores llevaban información completa en sólo 10 casos... ¡Parece que por un problema con las baterías! En cualquier caso, los resultados obtenidos sitúan la duración del período obligado sin vuelo en unos 36 días, y aunque la actividad de las eideres, estimada a partir de la durada y profundidad de sus buceos, no presenta diferencias claras entre este período y los períodos previo y posterior, el consumo de energía, especialmente el basal, se reduce alrededor de un 10% durante el período de muda del plumaje.


En las contingencias que, como hemos visto, pueden fastidiar el diseño experimental más pintado, se encuentra en parte el origen de otro problema, común en los estudios ecológicos: la elevada variabilidad de los datos junto con las pocas muestras finalmente disponibles impiden con cierta frecuencia llegar a conclusiones de gran robustez estadística. Aunque, bien pensado, tal vez genere también una actitud prudente con respecto a los resultados obtenidos que sería deseable en otros campos de la investigación biológica.

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