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20/11/07

Enemigos íntimos

En la naturaleza existen muchos tipos de relaciones entre organismos. Por ejemplo, hablamos de relaciones de depredación cuando uno de los organismos (afortunado él) sirve de comida a otro. A veces hablamos de organismos competidores, como sería el caso de dos especies que comiesen lo mismo o quisiesen poner los huevos en el mismo lugar. Pero si hay una relacion fascinante por todas las cuestiones evolutivas que plantea, esa relación es la simbiosis.

Las relaciones de simbiosis pueden tener diferentes grados. Podemos encontrar desde casos de beneficio para ambas partes (mutualismo) hasta casos en los que una de las partes recibe todos los beneficios y la otra sólo tiene, como mucho, problemas (parasitismo).

Pero he aquí que (y creo que alguna vez ya me habréis oído decirlo) las cosas no son blancas o negras, y el mutualismo y el parasitismo no son relaciones fijas al largo de la evolución de las especies implicadas, tal y como se presenta en el artículo de Duur K. Aanena, and Rolf F. Hoekstraa, publicat a Trends in Ecology and Evolution (Volume 22, Issue 10, October 2007, Pages 506-509).

En el artículo se toma como modelo un parásito llamado Wolbachia. Wolbachia es un genero de proteobacteria que vive como endosimbionte (es decir, se mete dentro de su huesped) facultativo (puede vivir sin hacerlo). Se transmite por vía materna, así que en la mayoría de sus huéspedes el parásito utiliza estrategias de manipulación de la reproducción de uss huéspedes que incluyen des de la inducción de la muerte de los machos hasta su feminización. Sin embargo, según explica el artículo, se han encontrado al menos dos situaciones en las que Wolbachia no se comporta como parásito, sino que desarolla un mutualismo con su simbionte. En estos dos casos se ha comprobado que, eliminando Wolbachia (supuestamente parásito) el organismo huesped veía comprometida su supervivencia.

La respuesta es NO... De Flickr

¿Qué explicación podemos darle? Pues bien, partiendo de una situación en la que tenemos a Wolbachia como parásito, hemos de considerar que evolutivamente se seleccionan las variantes más resistentes del huesped, ya que las más perjudicadas mueren a causa del parásito o dejan menos descendencia. Estas variantes resistentes acostumbran a serlo porque han desarrollado ciertas mutaciones que compensan el efecto del parásito. En los casos en que el parásito infecta a una gran parte de la población, este factor ejerce una presión selectiva sobre la población del huesped, haciendo que finalmente sólo encontremos individuos con la mutación compensatoria... Y he aquí que se ha visto que estas mutaciones compensatorias acostumbran a ser perjudiciales en ausencia del parásito, con lo cual, la especie huesped queda ligada a su especie parásita, estableciendo así una especie de adicción que los convierte en eso que decíamos en el título... enemigos íntimos.

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