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24/1/08

Una vacuna efectiva contra el cáncer de colon en ratones

El sistema inmunitario humano está formado por tantos tipos diferentes de células, con funciones tan dispares, que aprendérselas es más difícil que entender qué competencias corresponden a los numerosos cuerpos de seguridad que pululan por Cataluña: son la autoridad, pero vaya usted a saber qué le pertoca a cada uno. Vamos a intentar explicar a grosso modo parte de ese entramado.

Las protagonistas de este post son las células dendríticas: macrófagos especializados en patrullar piel, mucosas, bazo y pulmones, principalmente, donde fagocitan bacterias, virus y cualquier elemento extraño que vean por allí. Entonces rompen al sospechoso en pequeños "trozos" (antígenos). Después se movilizan y migran al bazo o a los ganglios linfáticos, para chivarse a otras células del sistema inmune que campan allí: los linfocitos T vírgenes. Esos antígenos representativos del microorganismo maloso se unen a unas proteínas codificadas por una familia de genes (el complejo mayor de histocompatibilidad, de tipo II en este caso), y son llevados a la membrana de la célula dendrítica para "presentarlos" a los linfocitos T, en plan "eh, me he encontrado a este tipejo con pinta de no pretender nada bueno".

Los linfocitos T que son capaces de reconocer las moléculas de histocompatibilidad de tipo II unidas al antígeno también se llaman linfocitos CD4. Un linfocito de este tipo al que ya le han presentado un antígeno se pone en marcha y secreta citocinas, en especial interleucina 2 (IL-2), que promueven la replicación y diferenciación de dicho linfocito en dos poblaciones, una de linfocitos CD4 ayudantes y otra de linfocitos de memoria, que se han quedado "con la cara del antígeno" y tardarán menos en actuar si vuelven a presentárselo. Los ayudantes a su vez se encargarán de reclutar a más tipos de macrófagos (fagocitan y también son células presentadoras de antígeno), linfocitos B (cuando un macrófago les presenta un antígeno, producen anticuerpos específicos que se unen al antígeno y sirven para reclutar a más macrófagos) y linfocitos CD8 (también reclutan más células y eliminan directamente células malosas, incluyendo células tumorales) para aniquilar toda cosa que presente el antígeno concreto que dio lugar a la movilización. Vamos, que en un momento las células dendríticas pueden organizar un pifostio.

La IL-2 además promueve que algunas de las células del sistema inmune implicadas produzcan interferón gamma, que a su vez organiza una respuesta anti-tumoral. Todo ello hace que los investigadores se hayan fijado en esta molécula para utilizarla en la lucha contra ciertos tumores.

In memoriam.(Flickr)

Un grupo de investigadores chinos empleó adenovirus que codificaban para el gen de ratón de la IL-2 para infectar células dendríticas de ratón y así promover su replicación y diferenciación. Después dichas células fueron inoculadas a ratones a los cuales se les había implantado un tumor de células derivadas de adenocarcinoma de colon. El resultado fue que los ratones inoculados con la vacuna de células dendríticas infectadas con dichos adenovirus producían altos niveles de IL-2, y de forma indirecta también interferón gamma. Esto permitió que se desencadenara una respuesta anti-tumoral que promovió la reducción de los tumores presentes en los ratones e incluso la erradicación total del tumor en un 30-50% de los casos.

De funcionar este tipo de vacunas, sería una alternativa más deseable que la actual quimioterapia o cirugía radical y podría controlar incluso los casos de cáncer de colon avanzados. De hecho ya hay ensayos clínicos en humanos de estas vacunas en preparación. No es el único tipo de cáncer en el que se están probando este tipo de vacunas inmunogénicas: hay ensayos de vacunas con IL-2 para casos de melanoma en humanos. Frotémonos las manos.

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