El sábado, en El País, apareció publicada una entrevista de Berna González Harbour a la nueva ministra, Critina Garmendia, del nuevo ministerio de Ciencia e Innovación. Si la creación del ministerio ya fue toda una declaración de intenciones del nuevo ejecutivo, poner al frente una bióloga con doctorado, años en la investigación pública y que había dado el paso a la privada, fue un reconocimiento explícito a la situación de la "carrera" científica en este país.
La entrevista me gustó. La ministra se muestra directa y con las ideas claras, no rehusando de hablar de los sueldos ridículos que perciben los investigadores y docentes universitarios de este país (aunque de hecho en falta una referencia clara y directa que diga que es uno de los principales problemas para que los cerebros fugados vuelvan). Es también ambiciosa, proponiendo un cambio en las inversiones de este país, del ladrillo a la probeta. Veremos si no peca de demasiado idealismo.
En la estrevista se incide en la necesidad de poner alguna universidad española entre las 100 primeras del mundo. Seguro que han pensado -o están pensando mucho en ello- pero un sencillísmo paso a considerar sería conseguir que los doctorados que salen de nuestras Universidades no lo hagan todos con la máxima puntuación. Desmerece a la propia Universidad. Si no hay pluralidad en las notas, todos los doctores "cum laude" de este país no son igual de brillantes, son igual de mediocres. Realmente desconozco la situación en otros países, pero espero que no sea como la que se da aquí, donde una Universidad ve como un sello de Excelencia que todos los doctorados sean cum laudes por unanimidad, sin importarles que una lectura superficial de 5 o 6 de sus tesis revele diferencias notabilísimas entre ellas. Pero claro, ¿quién se atreve a puntuar bajo el trabajo de un "alumno" de un jefe de grupo el cual puede puntuar dentro de medio año el trabajo de tu "alumno"? ¿Cómo podemos puntuar el trabajo de cuatro, perdón, cinco o seis o más años? Algunas preguntas es bueno planteárselas a veces. Otras es mejor no planteárselas nunca.
Otro tema ausente en la entrevista fue la necesidad de un aumento en la cultura científica de este país. La nueva asignatura de Ciencias para el Mundo Contemporáneo (que, increíblemente ha irritado a sectores anquilosados y reaccionarios de este país que preferirían Ciencias para el Mundo del Medievo) pretende empezar a cubrir este vacío, pero una mayor presencia de la Ciencia, bien explicada, en los medios de comunicación, así como actividades culturales y talleres promovidas por los gobiernos, deberían ser un puntal en esta "cambio" que se propone desde el ministerio. Si la ciudadanía entiende qué se está haciendo, considerará un avance la Ciencia; si no se informa correctamente, cualquier persona ignorante o malintencionada podrá tergiversar las investigaciones de científicos españoles para cometer actos atroces contra su trabajo con la connivencia de un pueblo desinformado. Cosa que ya ha pasado.
En fin, por pedir que no quede.
10/6/08
Cristina Garmendia
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