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16/4/09

Bee movement: ¿dónde está la florecita?

-Mirad
-Alerta
-Atención
-Ha vuelto
-Exploradora
-346
-Semicírculo
-Mueve el abdomen
-¡Flor!
-45º
-A 1500 metros humanos
-Semicírculo
-¡Flor! ¡Flor!
-Muy cargada
-¡Flor!¡Flor!¡Flor!
-¡Vamos!

No sé cómo "habla" una inteligencia colectiva, pero podría sonar así... no, definitivamente no debe sonar así.

Por cosas del azar, en el trabajo he tenido que informarme sobre la danza de las abejas (waggle-dance). Es fascinante. El código que utilizan es increible. Intrigado, me puse a buscar en nuestro adorado PubMed y encontré más de un artículo gratuito. Aquí os dejo algunas curiosidades con sus respectivos artículos por si queréis ampliar la información.

Cuando una abeja exploradora vuelve de su periplo habiendo encontrado una flor, inicia una "danza" particular. Realiza movimientos describiendo una figura similar al infinito (un 8 invertido). Cuando pasa por el centro del ocho, mueve su abdomen. Es este baile el que contiene información sobre dónde se encuentra la fuente de polen. La variabilidad en la precisión de esta información es constante, siempre hay un pequeño margen de error.

Por un lado, el ángulo que forma su vuelo con respecto a la gravedad (el eje vertical) es el ángulo que forma la flor encontrada con el sol.

El tiempo que tarda en recorrer el centro del ocho (el tiempo en el que mueve el cucu), indica la distancia a la que se encuentra el polen, con una relación aproximada de 750 metros por cada segundo. La "distancia" la integran gracias a unos "cuentaquilómetros" (odómetros) internos. Un artículo reciente propone que existirían dos odómetros, uno individual, y otro colectivo, activado por la danza del cucu.

Esta codificación de la información espacial se realiza gracias a un "mapa mental" interno de la abeja exploradora, la cual integra las informaciones visuales durante su vuelo para ser capaz de detectar el néctar o volver al hogar. No hay que menospreciar, por tanto, la memoria y la capacidad de aprendizaje de las abejas.

Queda una información por codificar: ¿cuántas abejas hacen falta para recolectar el néctar? O lo que sería equivalente: ¿cuánto néctar hay? Esta información se transmite por vía química. En el artículo, cuando inhibían la producción de determinadas sustancias, nadie seguía a la abeja; en cambio, si se inyectaban estas sustancias olorosas, el reclutamiento era evidente. ¿El efecto Axe?

Lo que más me ha llamado la atención es la existencia -lógica, por otra parte- de "dialectos" entre poblaciones de abejas. Estos dialecto, además, parecen estar codificados en los genes: se transmiten genéticamente, e incluso podría ser que estuvieran controlados por un solo gen con más de una variante. El caso es que estos dialectos no constituyen barreras entre las diferentes abejas, ya que dos poblaciones de abejas distintas puestas en contacto acaban por entenderse entre sí. ¡Ay! ¡Nos queda tanto por aprender de las abejas!

1 comentario:

1 dijo...

Interesante =D