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2/3/09

Ignasi Terraza y Susana Sheiman, experiencias sinestésicas

El viernes pasado (20 de febrero) asistimos a un concierto del Ignasi Terraza Trio acompañado de Susana Sheiman en el Barradas de L'Hospitalet. Una delicia. Si teneis oportunidad de verlos no os lo perdáis. A Ignasi Terraza ya lo conocía de hacía 10 años, y me sigue encantando su disco Jazz a les fosques, pero Susana Sheiman fue toda una sorpresa. Agradabilísima. En su concierto de homenaje a Ella Fitzgerald, Susana desgranó delante nuestro todos sus registros. Y no son pocos. Desde la aterciopelada voz susurrante de las baladas, a la fuerza ácida de sus soberbios scat, pasando por la dulzura de sus susurros, el brillo de sus notas altas y la negrura de sus notas graves... Un momento. Me estoy poniendo sinestésico.

¿Aterciopelada voz? ¿Fuerza ácida de los scats? ¿Pueden los susurros ser dulces? ¿Alguna nota brilla o tiene color? En mi caso, estas metáforas son simples figuras retóricas, pero para los sinestésicos pueden ser experiencia totalmente reales.

Las personas sinestésicas tienen determinados sentidos "cruzados", cuando ven ciertas letras o números las ven de un determinado color, cuando oyen notas también "ven" diferentes tonalidades de colores; cuando oyen ciertos fonemas, la boca se les llena de diferentes sabores... Todo un mundo, muy bien explicado en esta entrada de Wikipedia (con versión en castellano).

Hace unos años leí este artículo de Gian Beeli, Michaela Esslen y Lutz Jäncke sobre un músico sinestésico que tenía cruzados los sentidos del oído y del gusto. En este nuevo caso de sinestesia, diferentes intérvalos de notas se asociaban a diferentes sabores.

El intérvalo es la "distancia" que separa dos notas que suenan simultáneamente. Simplificando: si tenemos presente la escala del Do, la típica: Do, re, mi, fa, sol, la, si... y tocamos a la vez la nota do y la mi, estamos ante un intérvalo de tercera (hay dos notas entre el do y el mi, inclusives); si las notas reproducidas simultáneamente son do y sol, nos encontramos ante un intérvalo de quinta. Estos intérvalos se pueden clasificar, según si son agradables al oído, en consonantes (suenan bien), o disonantes (no suenan bien). Dentro de estas clasificaciones hay matices, pero para lo que nos ocupa, dejémoslo así.

El músico protagonista del estudio utilizaba su "habilidad" para diferenciar los diferentes tipos de intérvalos. Y lo más curioso es que los intérvalos que mejor "suenan", los consonantes le sabían dulce, mientras que los disonantes eran amargos... y no en un sentido poético.

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