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27/9/07

Cuando “los buenos” son “los malos”

La bioquímica celular está repleta de complejos mecanismos que regulan la respuesta a diferentes situaciones. Uno de estos sistemas es el que constituyen las proteínas del choque térmico (HSP por Heat Shock Proteins).

Como su nombre indica, las HSP son proteínas que aparecen ante situaciones de estrés (aunque pese al nombre no sólo se trata del estrés térmico, sinó también del producido por la presencia de tóxicos, infecciones, etc). Estas situaciones podrían causar desde un mal funcionamiento de la célula (proteínas que pierden su estructura y función, o establecen uniones aberrantes con otras moléculas...) hasta su destrucción.
Las HSP tienen la misión principal de conservar la configuración de las proteínas celulares, o al menos mantenerlas en una situación que no provoque daños y que las permita recuperar su estructura y funcion normales una vez pasada la “crisis”.

La expresión de las HSP está gobernada por los llamados factores del choque térmico (HSF por Heat Shock Factors).
Para que os hagáis una idea del éxito evolutivo de este sistema, sólo decir que la respuesta al choque térmico es aproximadamente la misma en las bacterias que en las células que componen el cuerpo humano, y los HSF han permanecido practicamente invariables durante más de mil millones de años(!).

¿El porqué del título? Pues bien, en el último número de la Revista Cell (Cell, Vol 130, 1005-1018, 21 September 2007), un equipo de investigadores ha establecido el importante (e indeseable) rol de una de los principales factores del choque térmico (el HSF1) en la proliferación de tumores. De forma experimental, se comparó la respuesta a agentes cancerígenos que presentaban ratones con HSF1 normal frente a la que presentaban ratones que carecían de este factor, y se constató que la incidencia de tumores y el número y gravedad de los mismos, era muy inferior en el caso de los ratones sin HSF1.



(De Flickr)

Así, la eficacia del HSF1 para mantener en funcionamiento una célula sometida a condiciones desfavorables, ayuda en este caso a mantener el funcionamiento de células cancerosas- en especial las malignas, que tienen un funcionamiento particularmente anómalo- ayudándolas a seguir siendo viables...
Pero que nadie se engañe: la presencia de HSF1 es ventajosa para cualquier célula normal, y aumenta la eficiencia y supervivencia frente a las situaciones de estrés, así que no cabe soñar con su desaparición como ventaja...

Vamos, que a todos aquellos que huís del maniqueísmo, os encantará constatar que, incluso a nivel molecular, no existen “los buenos” y “los malos”.

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