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13/9/07

No me mires que no te huelo

En los últimos días nos estamos acostumbrando a recibir macabras noticias acerca del olor a cadáver de niña que los perros de la policía portuguesa detectan en las pertenencias de cierta familia británica. Todo el mundo asume que los perros huelen mejor que los humanos, son capaces de detectar menores concentraciones de rastros olorosos y, seguramente, más variedad de los mismos. Pensándolo bien, casi todos los mamíferos son capaces de oler mejor que nosotros. Este casi viene dado por la mala capacidad olfativa que muestra la mayoría de los primates. Nosotros, claro, somos primates de narices secas y dependientes de nuestra vista. Todos los mamíferos se comunican por sms de olores y nosotros ni siquiera tenemos móvil para recibirlos…

N t ksa o n l mia?De Flickr

Los olores son olidos por la nariz. Fantástica frase. Rehagámosla: en la nariz se encuentran los receptores de estos olores. Cuando las moléculas que serán olidas llegan a las células de nuestro órgano olfativo, las activan, mediante la unión de estas moléculas a sus receptores específicos. Estos receptores son proteínas y se encuentran anclados en las membranas de nuestras células olfativas. Los receptores atraviesan la membrana: tienen un lado, fuera, al que se une la molécula del olor, y un lado, dentro, que modificará otras proteínas, diciéndole a la célula qué ha recibido.

Las diferentes moléculas de olor externas activarán distintas proteínas internas, las cuales, a través de cascadas de señalización (una proteína A activa a B, que activa a C, que activa a D y E…), producirán la señal esperada: un impulso eléctrico que recorrerá las células nerviosas hasta llegar al cerebro donde sabremos qué hemos olido. Una de estas proteínas interiores activadas por los olores es la Guanilato ciclasa 2d. Mejor llamémosla guci2d. Más corto.

Pues bien, en un artículo reciente, publicado en PloS ONE (revista científica de acceso libre recomendada desde ahora y aquí) por investigadores del Fred Hutchinson Cancer Research Center y de la Southern University of California, liderados por Emily Liman (lea el artículo), han estudiado la evolución del gen guci2d. Para ello han comparado la secuencia de este gen en diversas especies de mamíferos, construyendo el árbol familiar de guci2d. Todos los mamíferos que huelen bien tienen todo el gen, y prácticamente idéntico entre ellos. Funcional. Todos los mamíferos que no somos tan buenos oledores, los primates, tenemos el gen mal escrito. Nos falta un trozo. No hace nada.

Sabiendo qué especies lo presentan activo y a cuáles les falta ese trozo, se puede llegar a saber el tiempo transcurrido desde su pérdida. Hace unos 40 millones de años el gen guci2d perdió un trozo en algún momento del camino evolutivo de los primates, lo que lo inactivó; lo convirtió en un pseudogen: aún está codificado en nuestro ADN, pero ya no funciona.


Nariz húmeda: gen activoNariz seca: gen inactivo
De FlickrDe Flickr


Pero no todos los primates tienen inutilizado este gen. ¿Adivináis a quiénes aún les funciona? La pregunta es difícil, pero seguramente adivinareis cómo tienen el morro. Cierto. Húmedo. Son los primates de morro húmedo (técnicamente Strepsirrhini), como los lémures y los gálagos. Hace unos 40 millones de años el abuelo de todos los primates de morro “seco” (técnicamente Haplorrhini, nosotros mismos) adquirió una mutación que nos inutilizaba el guci2d. Pero no se lo tengamos en cuenta. Quizás la falta de móvil nos espabiló e hizo que la evolución nos empujase hacia otras alternativas, por ejemplo, mejorando nuestra vista. Quizás gracias a él veamos los colores de esta pantalla.

O quizás esté confundiendo causa y efecto.

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