Tal y como no para de repetir ese maestro de la comunicación que es el señor Rajoy, todo se ha puesto por las nubes. La leche, los cereales,... Y ahora también las bacterias. No, no es que haya subido el precio del kilo de Clostridium en el mercado. Es que literalmente, ahora las bacterias están en las nubes.
Esto no solo les permite recorrer grandes distancias y dispersarse por grandes regiones, sino que, al parecer, su presencia en las nubes juega un papel activo en la formación de lluvia.
Esto es lo que nos cuenta la revista Science esta semana en un artículo breve que hasta ha merecido un comentario en la revista Nature.
¿Las nubes en las que viajan, serán como la nube Kinton?
Para que pueda llover o nevar, primero es necesario que las gotas de lluvia o los copos de nieve se formen alrededor de minúsculas partículas que actúan como núcleos de condensación. Estas partículas suelen ser de origen mineral, pero parece ser que también pueden tener un origen biológico (bacterias, hongos o incluso pequeñas algas).
Un grupo de investigación americano se ha dedicado a analizar los copos de nieve fresca recogida en diferentes puntos de todo el globo (EEUU, Europa e incluso la Antártida). Han aislado las partículas que contienen y han analizado su capacidad para actuar como núcleos de condensación. Los resultados obtenidos revelan que el 69-100% de estas partículas son de origen bacteriano. Esto confirma la teoría de que las bacterias pueden viajar largas distancias transportadas por las nubes.
Las bacterias expresan una proteína en su superficie que les facilita catalizar la congelación del agua a temperaturas relativamente elevadas. Esto les permite romper la pared celular de las plantas a las que parasitan e invadir su interior. En su viaje troposférico, esta habilidad les permite formar gotas de lluvia o copos de nieve a mayores temperaturas que los componentes minerales, y así bajar de la atmósfera de nuevo a la Tierra con más facilidad.
Esta idea juega un papel clave en la Teoría de Gaia: los componentes vivos y los inertes de la Tierra han evolucionado conjuntamente para crear un sistema global que controla, entre otras cosas, el contenido de la atmósfera, la salinidad de los océanos y la temperatura global. De manera que, la presencia de bacterias en la composición de las nubes estaría favoreciendo la formación de lluvia y nieve y, en consecuencia, afectando los ciclos de precipitaciones.
En un momento en que nuestra sociedad cada vez es más consciente de la importancia de asegurar la sostenibilidad del planeta, este tipo de investigaciones cada vez tienen más peso. Seguro que volveremos a oír hablar del tema. Aunque al señor Rajoy no le parezca tan importante como el precio del pan.
1 comentario:
Si lo piensas con detenimiento, es impresionante. ¿Qué papel creeis que puede haber tenido la evolución en todo esto?
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