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15/3/08

De la importancia de saber venderse

Esta mañana me he levantado pronto, me he preparado un café de primera hora (las proporciones de un cortado en el volumen de uno con leche) y he encendido mi ordenador para ponerme al día de lo que ocurre en la ciber-realidad. Después de leer mi correo, consultar mi horóscopo y la previsión meteorológica para hoy he entrado en las páginas de las revistas de información biomédica que acostumbro a consultar. El Journal of Clinical Investigation es una de mis favoritas. En ella siempre encuentro artículos interesantes, no demasiado densos, ideales para leer con el café, y con un toque clínico que, debo reconocer, siempre busco en los artículos que leo.


En la publicación de este mes encuentro un artículo que me llama la atención. Reza así: “Un agente de contraste que reconoce plaquetas activadas nos revela la patología de la malaria cerebral en ratones, indetectable por resonancia magnética convencional”. Bueno, de entrada no hay que asustarse, casi todos los artículos científicos tienen títulos barrocos y complicados como este. Para descubrir si puede ser interesante o no hay que saber extraer la información. Mi cerebro, acostumbrado ya a este ejercicio, lee: “Un ....... malaria cerebral ..... indetectable por ..... convencional”. Vaya, malaria cerebral, no tenía ni idea de que eso existía. Sí, me interesa. Reune todos los requisitos que le pido a un artículo: tiene un lado clínico y me explica cosas que no sé. Lo leeré.

El artículo explica demasido por encima lo qué es la malaria cerebral (claro, va dirigido a un lector muy específico), así que busco en la red información sobre la enfermedad. Tras consultar varias páginas, más o menos especializadas, y alguna entrada antigua, creo hacerme con una idea bastante exacta. La malaria cerebral es la forma más temida de esta enfermedad. Aunque el 90% de los afectados suele recuperarse sin secuelas, si no se trata a tiempo, o si afecta a niños menores de 10 años, las consecuencias suelen ser más graves. En esencia, cuando el Plasmodium, el parásito causante de la enfermedad, invade las células sanguíneas de su víctima, hace que éstas se adhieran a las paredes de los vasos sanguíneos, evitando así que lleguen al bazo donde serían destruidas. Esta acumulación de células en los vasos, principalmente en los más finos, puede provocar que se bloqueen. Si esto sucede en los vasos del cerebro, la situación puede acabar en un coma. Pese a que el paciente puede recuperarse del coma, suelen quedar secuelas neurológicas como ceguera, sordera, hemiplegia o ataxia. ¡Vaya, no tenía ni idea! Aunque el tratamiento con agentes antiagregantes plaquetarios es bastante efectivo, la enfermedad avanza muy rápidamente, si no se trata en unas 24 horas puede llegar a ser mortal, así que esto exige iniciar el tratamiento lo más pronto posible.

Pero volvamos al artículo. En él describen un nuevo avance en el uso de la resonancia magnética en el diagnóstico de la malaria cerebral basado en la detección selectiva de las plaquetas activadas como resultado de la infección con el parásito. Al parecer, hasta el momento la resonancia magnética sólo era útil en casos avanzados de la enfermedad, ya que sólo es capaz de detectar acúmulos plaquetarios muy marcados. Ahora, mediante el uso de anticuerpos que reconocen un epítopo que sólo se expone cuando las plaquetas han sido activadas por la unión de un ligando a su receptor de superfície, es posible diagnosticar la enfermedad en estadíos más tempranos.

El avance parece interesante y muy útil, sin embargo, en mi búsqueda internaútica no encuentro ninguna referencia al uso de la resonancia magnética como herramienta diagnóstica en la malaria. Principalmente, el diagnóstico se basa en la detección del parásito en un simple análisis de sangre y, para la forma cerebral de la enfermedad, valoraciones de parámetros neurológicos. Entonces, ¿dónde está la ventaja? Supongo que esta resonancia mejorada permite confirmar la presencia de malaria en el cerebro, pero me da por pensar que, en los paises en desarrollo, donde la incidencia de la enfermedad es mayor, probablemente no puedan disponer de este tipo de herramientas diagnósticas.

En la última frase del artículo concluyen: “Estos resultados demuestran el potencial de estos agentes” (los anticuerpos específicos para plaquetas activadas) “para permitir la valoración, de una manera no invasiva, de los mecanismos moleculares en modelos de enfermedades para fines diagnósticos, estudios mecanísticos y monitorización de terapias”. Aaaahhh, vale, ahora lo entiendo mejor. No pretenden vendernos una nueva herramienta diagnóstica para la malaria, sólo han utilizado esta enfermedad como modelo. Quizás este avance pueda ser útil para diagnosticar o simplemente para obtener más conociemientos de alguna otra enfermedad neurológica. Y ¿para esto me he currado yo una búsqueda exhaustiva para llegar a entender lo que es la malaria cerebral?

Bueno, el artículo no era tan bueno como yo me esperaba y el café se me ha quedado frío, pero al menos he aprendido algunas cosas nuevas. Y, al fin y al cabo, ahí está la gracia, ¿no?
Como decía nuestro amigo Petete: “A la cama no te irás, sin saber una cosa más”.

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