Poco sabía Theodosius Dobzhansky, uno de los padres de la teoría sintética de la evolución, la que iba a armar cuando dijo aquello de "Nada tiene sentido en biología excepto a la luz de la evolución". Bajo ese prisma, ciertamente, muchas actividades humanas (la capacidad de hablar, el bipedismo, la familia, la manera en la que se desarrollan las relaciones sociales...) adquieren matices que deprimirían al más antropocéntrico.
Hablando de depresión: incluso ese mecanismo que parece fruto artificial de la sociedad moderna y que siempre tiene connotaciones negativas puede tener una explicación evolutiva, como bien resume Lewis Wolpert del University College de Londres. Y es que incluso a las enfermedades se les puede dar una segunda lectura.
En general, el mundo de las emociones se relaciona con los procesos de castigo y recompensa que rigen los comportamientos animales. Esto es válido para las emociones "positivas" (amor, atracción sexual) como para las negativas (ira, miedo, tristeza).
La tristeza se debe a un sentimiento de pérdida, y es la otra cara de la moneda que tenemos que pagar por sentir apego (a otras personas, a una seguridad económica, etc). Con frecuencia los comportamientos relacionados con la tristeza corriente y moliente (cambios en el apetito, desmotivación, desórdenes del sueño) se confunden con la depresión, entendida como enfermedad clínica que puede llegar a ser invalidante para el individuo.
Que sensaciones tan negativas como el dolor o la depresión grave (incluyendo los pensamientos suicidas que tan contradictorios parecen ser con la esencia misma de la evolución, que es la supervivencia) sean una respuesta defensiva y ventajosa para el organismo y no un problema del cuerpo es dificil de entender.
Existen muchas y controvertidas hipótesis al respecto que cuadran mejor o peor con una explicación evolutiva para todos los tipos de depresiones graves. La mayoría de ellas explican la depresión como una adaptación a la jerarquía social (en un ambiente de fuerte competencia social, la tristeza y depresión evita agresiones por parte de los líderes y promueve la simpatía), un mecanismo para conmover y que otros individuos nos presten ayuda, una manera de economizar energía (como revulsivo para que el individuo cambie sus objetivos imposibles por otros más abarcables, que requieran menos esfuerzo) o una adaptación estacional a las condiciones adversas del clima (como la depresión provocada por la falta de luz de los países nórdicos).
Aunque subyacen razonables explicaciones adaptativas y factores biológicos implicados en los sentimientos de tristeza (hormonas, citoquinas, adaptaciones al clima), lo que parece claro es que la depresión severa es una reacción excesiva y maligna, que ocurre cuando al cuerpo se le va la mano con sus mecanismos adaptativos de tristeza. Es decir, un trastorno derivado de un mecanismo fisiológico, el equivalente al cáncer respecto a la división celular normal. Tiene una base biológica y factores de suceptibilidad (genéticos, ambientales) pero una enfermedad al fin y al cabo.
6/3/08
Un poco de tristeza no es malo
Publicado por Elena Garrido en 16:19
Etiquetas: Actualidad, Comportamiento, Evolución
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1 comentario:
Buff...
De nuevo, felicidades por la entrada. Saber que una depresión es una alteración de un mecanismo evolutivo son palabras mayores, que no sé si ayudarán a su comprensión y solución... pero no me hagais caso, hoy lo veo todo negro.
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