Esto era un hombre tan feo, tan feo, tan feo, que cuando nació su madre no sabía si quedarse con él o con la placenta.
Si esa mujer hubiese leído el review presentado por Toda y colaboradores, a lo mejor no se habría quedado con la placenta, pero sí con el saco amniótico.
El amnios es la membrana interna del saco amniótico, contiene el famoso líquido amniótico, es de origen fetal y se compone de una serie de capas sin nervios, músculos o vasos sanguíneos; normalmente acaba en el cubo de la basura tras el parto. Pero el artículo antes mencionado ofrece un resumen de los datos experimentales más relevantes acerca del uso de la membrana amniótica y sus células derivadas en el terreno de la medicina regenerativa.
La medicina regenerativa es un nuevo campo basado en el uso de células madre para generar sustitutos biológicos o mejorar las funciones de los tejidos, y sobre todo como alternativa al transplante de órganos.
Las células derivadas del amnios tienen una habilidad de diferenciación multipotente y han atraído la atención como fuente de células madre, pues pueden diferenciarse en cualquiera de las tres capas germinales que dan lugar a los tejidos del embrión: endodermo (hígado, páncreas...), mesodermo (corazón, músculo, esqueleto...), y ectodermo (células nerviosas, piel...); son poco inmunogénicas, tienen funciones antiinflamatorias y no requieren sacrificar embriones humanos, aunque después de lo que se ha leído en la (pésima) prensa española esta última semana pareciera que hasta ahora no podían conseguirse células madre sin destruir embriones, lo cierto es que desde hace tiempo se sabe que existen otras fuentes de materia prima para tener células madre (si bien no tienen exactamente las mismas carácterísticas que las células madre embrionarias, claro está; ése es el auténtico secreto de la noticia presentada recientemente).
Para que las células madre puedan utilizarse como sustitutas de un tejido se necesitan tres cosas: que conserven su capacidad de autoregeneración, que proliferen rápidamente y que puedan diferenciarse en otros tipos celulares; además hay que proveerlas de algún tipo de superfície que sirva de andamio para su proliferación y proporcionarles factores de crecimiento y de diferenciación.
Hasta ahora las células madre preferidas eran las embrionarias y las obtenidas a partir de tejidos adultos, pero ambas presentan unos problemillas que han sido poco aireados en la prensa generalista, que prefieren centrarse en los mensajes amarillistas del estilo "mañana jueves se cura el cáncer".
Por ejemplo, las células madre de adulto son difíciles de aislar y hacer crecer en el laboratorio en número suficiente como para transplantarlas a gran escala. Las células madre embrionarias, en cambio, crecen que se las pelan, hasta el punto que hay que hay que controlar su crecimiento para que no formen tumoraciones. Además requieren el sacrificio de embriones humanos (al menos hasta ahora), con las implicaciones éticas que eso conlleva.
Afortunadamente se descubrió que las células derivadas del amnios también podían diferenciarse en otros tejidos y tenían muchas ventajas. Hasta hace poco la membrana amniótica se utilizaba en lesiones de quemaduras, oftalmología y otros usos médicos. Sus propiedades antiinflamatorias hacen que los transplantes de membrana amniótica no dejen cicatriz. También tienen propiedades antiangiogénicas, antibacterianas, y generalmente no producen fuertes rechazos inmunológicos ni tumoraciones. Para aislar estas celulas basta con rasparlas mecánicamente del corion de una placenta y prepararlas para su cultivo.
Se ha comprobado que pueden diferenciarse en hepatocitos,por ejemplo, y se está investigando su uso como fuente de materia prima de células madre no hepáticas para el transplante de hígado (las células obtenidas a partir de cordón umbilical y médula ósea, por lo visto, dan algunos problemillas).
Lo mismo para cardiomiocitos: las células madre de otras procedencias aplicadas al transplante de corazón dan problemas de rechazo inmunológico, tumurogénesis, número de células requeridas y problemas éticos; las células madre del amnios podrían superar estos inconvenientes. Y se investiga en aplicarlas en el terreno de la regeneración neurológica, auditiva, pancreática o del cartílago.
Además este mismo grupo de investigación está desarrollando nuevas superficie de cultivo celular, cubiertas por un polímero basado en proteínas que permite el cultivo en capas de estas células, así como mejores maneras de conservación del amnios, más manejables que el amnios fresco congelado que se venía utilizando.
Así que el amnios no sólo constituye una fuente interesante de células madre no embrionarias sino que las células que lo componen permiten crear materiales que abren un nuevo campo en la ingeniería tisular. Al final va a resultar que no hay que tirar nada, que todo se recicla.
25/11/07
Aquí no se tira nada
Publicado por Elena Garrido en 10:30
Etiquetas: Actualidad, Células madre, Medicina
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1 comentario:
Hola!! Soy un joven argentino amante de la ciencia y me encantaria q intercambiemos comentarios, desde ya, muchas gracias.
www.pensandoparanopensar.blogspot.com
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