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16/11/07

Personalidad animal

Los humanos tenemos la tendencia a creernos el centro del mundo. Más que el centro, el vértice superior de todo lo que existe. Como tales, tenemos propiedades únicas que nos diferencian del resto: lenguaje, herramientas, autoconsciencia, personalidad... Una a una estas características "únicas" han ido cayendo al demostrarse su presencia en otros animales. Personalidad incluída.

Cualquiera que hay tenido mascotas, o haya conocido al animal de su familiar (doble sentido inexistente, mentes enfermas) sabrá que los animales también tienen personalidad. Pero, ¿por qué? Decía Dobzhansky que nada tiene sentido en biología si no es a la luz de la evolución. Entonces, ¿qué ventajas evolutivas presenta tener diferentes personalidades para las especies? Tiene que tener alguna, puesto que en todas las especies se observa este fenómeno. Es más, parece ser que el animal que es agresivo lo es en todas las situaciones, tanto si se enfrenta a congéneres de su especie o a depredadores. En un artículo de mayo de Nature, Wolf, M. et al. desarrollan un modelo matemático en el que ponen a prueba la supervivencia de diferentes individuos de la misma especie en relación a su personalidad. Afirman que la aparición de las diferentes personalidades es debida a agentes externos, a depredadores y luchas internas.

Basan su trabajo en la hipótesis de que los individuos con más perspectivas reproductivas (los que tienen más a perder) deberían comportarse de manera más "conservadora" que los que tienen pocas posibilidades, los cuales pueden arriesgar más, ser más osados y agresivos que los primeros. También diferencian entre la reproducción a corto plazo y la reproducción a largo plazo. Un individuo arriesgado de joven tiene muchas posibilidades de reproducirse una vez, pero también ve aumentada las posibilidades de resultar muerto o herido por depredadores u otros animales de su especie. En cambio, los animales conservadores y tranquilos, no se llevarán el premio de jóvenes, pero tendrán más tiempo que los anteriores para reproducirse. Seguramente se reproducirán en más ocasiones que los osados.

En su modelo, los individuos que se muestran curiosos en los primeros estadíos de vida, los que toman más riesgo al principio, se vuelven más tranquilos en las fases tardías; mientras que los individuos menos exploradores de jóvenes se vuelven más agresivos en las fases más maduras. Los autores alargan este modelo a lo largo de las generaciones, observando una tendencia a la diversificación de las personalidades, lo que, según ellos, explica el abanico de comportamientos que se observa en cualquier especie.

Este artículo vuelve a salir a la luz, a raíz de una réplica realizada por McElreath R et al., en el número del 8 de noviembre de Nature. En la réplica, cuestionan el modelo de Wolf, M. et al., sugiriendo que en vez de dar como resultado personalidades diferenciadas, el modelo derivaría en una homogenización de la misma. La respuesta no se hace esperar y en el mismo artículo encontramos la contraréplica del grupo de Wolf, en el que, evidentemente defienden su modelo. De hecho, según ellos, el caso que proponen McElreath et al., está contemplado en el mismo, pero es un caso particular. Si es que sirve para un roto y un descosido.

En fin, una discusión que sirve para poner sobre la mesa la pregunta del principio: ¿creéis que la amplia variedad de personalidades dentro de una misma especie está determinada por el ambiente? El debate queda abierto.

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