Según un estudio realizado en Estados Unidos el 24% de los hombres y el 32% de las mujeres están intentando perder peso. Reducir el número de calorías, comer menos carbohidratos y grasas, hacer más ejercicio, saltarse algunas comidas, seguir programas de adelgazamiento, tomar pastillas adelgazantes o diuréticas… La gente lo intenta todo para perder peso pero, aún así, los números dicen que la incidencia de obesidad en nuestra sociedad sigue aumentando. ¿Y si resulta que lo estamos haciendo mal?
De manera muy general podemos decir que las mujeres son más constantes que los hombres a la hora de seguir un programa de adelgazamiento pero, paradójicamente, les cuesta bastante más que a ellos perder peso, lo que les lleva a a abandonar. Preocupados por esta evidencia, un grupo de nutricionistas daneses ha realizado un estudio en esta dirección.
Estas diferencias entre hombres y mujeres son debidas, en parte, a diferencias en el metabolismo energético y en el control del apetito existentes entre géneros y controladas por las hormonas sexuales, las mismas que, en las mujeres, controlan el ciclo menstrual y coordinan los cambios en la captación, gasto y almacenamiento de energía durante la preparación mensual para el embarazo. Si dividimos el ciclo menstrual en cuatro fases: menstruación (días 1-4), fase folicular (días 5-11), ovulación (días 12-15) y fase lútea (días 16-28), vemos que existe una alternancia en la producción de hormonas sexuales durante las diferentes fases del ciclo y que cada una de ellas ejerce un efecto distinto.
El pico de estrógenos durante la fase folicular altera los niveles de péptidos relacionados con el apetito, reduciendo la ingesta calórica, que aumenta con la subida de progesterona durante la fase lútea. La progesterona también promueve el almacenamiento de grasas en el tejido adiposo, lo que lleva a una disminución en los niveles plasmáticos de triglicéridos y a un posible aumento del deseo de comer alimentos ricos en grasas.
En base a estos datos, los doctores Davidsen, Vistisen y Astrup, los autores del estudio que hoy analizamos sugieren considerar las diferentes fases del ciclo menstrual como un elemento a tener en cuenta en las estrategias para optimizar la pérdida de peso. Para ejemplo un botón: como durante los días previos a la menstruación nuestras demandas energéticas son mayores, aumentando el hambre y la ingesta energética, los autores nos sugieren que deberíamos empezar las dietas coincidiendo con el primer día de nuestro ciclo, cuando tenemos menos hambre. Esto nos hará más fácil adaptarnos a la dieta. Y en esos días antes de la menstruación, sobretodo en mujeres con un marcado Síndrome PreMenstrual, podemos aumentar ligeramente los carbohidratos y las grasas, para facilitar el trago y evitar abandonar.
En fín, que este estudio corrobora lo que nosotras ya intuíamos: el hecho de que ninguna de las dietas que hemos seguido nos haya funcionado no es culpa nuestra sino, como siempre, de nuestras hormonas.
De manera muy general podemos decir que las mujeres son más constantes que los hombres a la hora de seguir un programa de adelgazamiento pero, paradójicamente, les cuesta bastante más que a ellos perder peso, lo que les lleva a a abandonar. Preocupados por esta evidencia, un grupo de nutricionistas daneses ha realizado un estudio en esta dirección.
Estas diferencias entre hombres y mujeres son debidas, en parte, a diferencias en el metabolismo energético y en el control del apetito existentes entre géneros y controladas por las hormonas sexuales, las mismas que, en las mujeres, controlan el ciclo menstrual y coordinan los cambios en la captación, gasto y almacenamiento de energía durante la preparación mensual para el embarazo. Si dividimos el ciclo menstrual en cuatro fases: menstruación (días 1-4), fase folicular (días 5-11), ovulación (días 12-15) y fase lútea (días 16-28), vemos que existe una alternancia en la producción de hormonas sexuales durante las diferentes fases del ciclo y que cada una de ellas ejerce un efecto distinto.
De Wikipedia.
El pico de estrógenos durante la fase folicular altera los niveles de péptidos relacionados con el apetito, reduciendo la ingesta calórica, que aumenta con la subida de progesterona durante la fase lútea. La progesterona también promueve el almacenamiento de grasas en el tejido adiposo, lo que lleva a una disminución en los niveles plasmáticos de triglicéridos y a un posible aumento del deseo de comer alimentos ricos en grasas.
En base a estos datos, los doctores Davidsen, Vistisen y Astrup, los autores del estudio que hoy analizamos sugieren considerar las diferentes fases del ciclo menstrual como un elemento a tener en cuenta en las estrategias para optimizar la pérdida de peso. Para ejemplo un botón: como durante los días previos a la menstruación nuestras demandas energéticas son mayores, aumentando el hambre y la ingesta energética, los autores nos sugieren que deberíamos empezar las dietas coincidiendo con el primer día de nuestro ciclo, cuando tenemos menos hambre. Esto nos hará más fácil adaptarnos a la dieta. Y en esos días antes de la menstruación, sobretodo en mujeres con un marcado Síndrome PreMenstrual, podemos aumentar ligeramente los carbohidratos y las grasas, para facilitar el trago y evitar abandonar.
En fín, que este estudio corrobora lo que nosotras ya intuíamos: el hecho de que ninguna de las dietas que hemos seguido nos haya funcionado no es culpa nuestra sino, como siempre, de nuestras hormonas.
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