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11/12/07

Corrompiendo moscas monógamas

La competencia entre los machos para ser el afortunado que dejará más descendencia toma en la naturaleza las formas más variadas. Los hay que desarrollan tácticas para ser el más llamativo y asegurarse la elección de la hembra, sea con ornamentos corporales o con pautas de comportamiento vistosas; otros se entregan a duros combates para decidir quien de ellos tendrá acceso a las hembras; otros hacen trampas, y se disfrazan de hembra o de macho joven para poder acercarse a las hembras de un macho dominante y copular con ellas sin tenerse que pelear con nadie para conseguirlo...

Todas estas prácticas podriamos considerarlas como competencia "antes del momento de la reproducción". No obstante, en una cuestión de tan vital importancia como es la pervivencia de los propios genes, la batalla no puede acabar tan pronto. Es por ello que existen otras tácticas que se añaden a éstas, justo despues de haber conseguido copular con una hembra.

Quizás habréis oído hablar del comportamiento de un nuevo macho dominante dentro de un grupo de leones; en este caso, el nuevo macho, como primera decisión una vez llegado al poder (¡ríete de la retirada de las tropas de iraq!) mata a todos los cachorros que haya en el grupo en ese momento. Cruel, pero lógico: quiere perpetuar sus genes, no los del macho a quien acaba de destronar; por lo tanto, necesita a todas las hembras disponibles para producir su propia descendencia.

Monógama... ¡por ahora! De Flickr

Pues bien sin llegar a esos extremos, la mosca de la fruta (o del vinagre, para otros) tiene también su propia técnica. En un primer momento, se observó que la mosca hembra, una vez se habia apareado, rechazaba el contacto sexual con cualquier otro macho durante unos cuantos días (creedme, para una mosca eso es casi lo de Penélope con Ulises). Estos días eran dedicados a la puesta intensiva de huevos. Posteriores estudios revelaron que el macho, además de su esperma, inyectaba en la hembra un péptido sexual, que apagaba todo deseo de reproducción de ésta. Así se garantizaba que, durante aquellos días, la hembra se iba a dedicar en exclusiva a hacer la puesta de los huevos producidos en la unión con aquel macho.

Recientemente, el círculo se ha cerrado. Las investigaciones realizadas por Barry Dickson, del Instituto de Investigación de Patología Molecular de Viena, han demostrado, mediante la técnica de los RNA de interferencia, qué era y donde se hallaba el objetivo (o sea, el receptor) del péptido introducido por los machos en el momento de la cópula (para saber más sobre esta técnica, clic aquí). Bloqueando estos receptores en la región cerebral donde actuaban (que se hallaba, como no, en las zonas responsables de la conducta sexual de la mosca) se consiguió que las moscas se comportasen de forma invariable como moscas vírgenes, es decir, sin respetar esta monogamia inducida por el contacto con un macho.

A los científicos sólo nos faltaba eso: ir por el mundo corrompiendo a las pobres moscas monógamas!!!

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