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20/10/07

Buenas o malas madres, tan solo cuestión de genes

Como ya nos enseñaba un antiguo anuncio de televisión, los animales estamos diseñados para nacer, crecer, reproducirnos y morir. De manera que el principal afán de todo individuo nacido y crecido es poder reproducirse para transmitir sus genes a su descendencia. Estamos dirigidos por una serie de instintos que nos conducen primero a buscar la mejor pareja con la que engendrar la mejor descendencia y después a asegurarnos que esa descendencia llega a la edad adulta.
Son de sobra conocidos los cambios conductuales que sufren las mujeres durante la gestación y después de dar a luz y que no tienen más intención que asegurar que la futura madre cuidará bien de su hijo. Es lo que conocemos como comportamiento maternal.

Pero, ¿es este comportamiento común al resto de especies? En general podríamos decir que sí, pero existen algunos animales que siguen comportamientos diferentes.


Este es el caso, por ejemplo de muchos insectos como las avispas o las abejas. Estos animales se organizan en una estructura social diferente, conocida como eusocialidad. Este tipo de organización social se caracteriza por dividir las tareas reproductivas en castas: existen individuos con capacidad reproductiva (reinas) y otros estériles que cuidan de las crías de estas reinas (obreros). La eusocialidad, además de considerarse la forma más extrema de cooperación, representa un gran reto para la teoría de la evolución, pese a que se ha propuesto que el comportamiento reproductivo de las castas trabajadoras es una evolución del comportamiento maternal. Los autores de artículo que se publica esta semana en la revista Science defienden esta teoría y aportan una dimensión molecular al asunto al proponer que ambos comportamientos reproductivos pueden estar regulados por patrones de expresión génica similares.

Dos obreras en plena jornada laboral.

Estos investigadores han comparado la expresión de 32 genes entre los individuos de las diferentes castas de avispas Polistes y han observado que existe una correlación entre el patrón de expresión de estos genes y las diferencias de comportamiento reproductivo de los diferentes individuos. De manera que sus resultados confirman la teoría de que el altruismo reproductivo que muestran los individuos de la casta obrera es fruto de la evolución del comportamiento maternal más tradicional.

Esto me hace pensar en nuestra sociedad. ¿Nuestra evolución social también nos obliga a separar estos dos comportamientos? ¿Estamos condenadas como las avispas, a definirnos como reinas u obreras?

1 comentario:

Elena Garrido dijo...

Las fantasias de dividir la sociedad en castas segun las cualidades de los individuos y de permitir que unos individuos sean "reproductores" y otros simplemente "obreros" en comun en las obras de ciencia ficcion, pero no creo que en la especie humana la cosa tenga que pasar de ahí.

Nosotros somos mamíferos y creo que nos dintinguimos lo suficiente de los himenópteros para suponer que nuestros instintos reproductores se han seleccionado a lo largo de la evolucion para que todos los individuos, más o menos sin excepción, nos sintamos "empujados" a emparejarnos con un buen portador de genes y a desear tener descendencia. No hay una clase "obrera" que sea ajena a ese hecho, porque tanto hombres como mujeres tendemos a buscar en nuestra pareja unos ideales físicos que indican salud y capacidad reproductora óptima y unos ideales "psicológicos" que hacen que nos atraigan las personas competentes, fiables y buenas compañeras.
Incluso en las parejas homosexuales se observa mucho de eso.

Nosotros no tenemos distinción entre "obreras" y "reinas" porque todos nos comportamos como "reinas", aunque luego viniera el cristianismo a darnos la brasa con que el trabajo dignifica. XD