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26/10/07

Entrada freshquita III: Alcohol y grasas, cóctel explosivo

El alcohol con el que estamos acostumbrados a tratar (unos más que otros), es un producto de residuo del metabolismo de determinados organismos, los fermentadores. Estos organismos obtienen energía, igual que nosotros, de la glucosa, un azúcar de seis átomos de carbono (y hidrógeno y oxígeno, pero quedémonos con el carbono). Los humanos somos capaces de "sacarle todo el partido" a la glucosa: utilizamos sus seis carbonos para obtener la energía que nos permite seguir vivos (Nota para valientes y/o frikis: esto se consigue mediante el Ciclo de Krebs, una compleja serie de reacciones enzimáticas. Podeis encontrar una buena animación aquí, o disfrutar de una de las mayores frikadas biológicas que he visto en mucho tiempo aquí ¿Quién ha dicho que los de la tuna no estudian?). Los organismos fermentadores no utilizan los seis carbonos, sólo consumen dos. Los otros cuatro se transforman en dos moléculas de dos carbonos cada una: dos etanoles (alcoholes) por glucosa "ingerida". Se obtienen así vinos y cerveza.

¿Por qué los fermentadores continúan malgastando carbonos? ¿Por qué generan una cantidad tan grande de un producto de residuo? Porque este producto es un tóxico muy potente que mantiene a raya a sus competidores. Si soy un organismo que quiero vivir en el mosto y lo quiero todo para mí, puedo dejar el lugar lleno de mis excrementos tóxicos (el etanol), para que nadie se atreva a entrar. Esto sirve para los organismos pequeños que quieren crecer en el mismo sitio que tú, pero, cuando aparecen organismos más grandes... pasa lo que se ve en el vídeo.



Resulta que alguno de estos organismos grandes, le pillan el gustillo a esto de estar deshinibidos. Borracho, vamos. Y decide producir bebidas alcohólicas. En cierta manera, se da un caso de cooperación entre especies: los humanos dejamos fermentar ciertos productos, lo cual asegura la supervivencia del organismo fermentador y éste, a cambio... éste... pues nos da una droga tóxica. Quería poner que era un caso de simbiosis entre humano-fermentador, en el que ambos salían ganando, pero creo que no me he tomado suficientes cervezas, y veo claro que es un caso de parasitismo, en que una especie sale ganando a expensas de la otra! De todas maneras, no iba de esto la entrada.

El alcohol es tóxico para muchos órganos. No sólo para el cerebro o el hígado, también afecta, por ejemplo, al páncreas. Muchas veces este efecto es un efecto oxidativo, un efecto malo, muy malo. Otras veces no. No es oxidativo, quería decir. El alcohol reacciona con los ácidos grasos para formar ésteres etílicos (por el alcohol) de ácidos grasos (FAEEs en sus siglas inglesas, no confundir con FAEs que también causa problemas en el cerebro). Pese a que estos compuestos no son oxidativos, no son, ni mucho menos, inocuos. En un artículo aparecido en Alcohol and Alcoholism este octubre, se describe cómo los FAEE son capaces de inducir ellos solitos la muerte de células pancreáticas. Este efecto lo consiguen a través de las caspasas (enzimas con un curioso nombre que inducen a las células al suicidio o apoptosis, fenómeno del cual ya hemos hablado). Es decir, a los efectos nocivos y adictivos del entanol ya descritos y totalmente aceptados (a no ser que seas un productor de vinos o que de ellos dependa la financiación de tu partido/empresa/negocio familiar, marque la correcta), hay que sumar los efectos directos de los FAEEs, no sólo sobre los vasos sanguíneos y el corazón, que también, sino sobre el páncreas, ese gran amigo.

Si bebes, no esterifiques.

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