Buscar en ADSADN Buscar en Google

13/10/07

Si Anakin hubiera sido catalán, otro gallo cantaría

Quien lo iba a decir… Que un chico tan majo como Anakin Skywalker, aprendiz de caballero Jedi acabara como Lord de los Sith. Pero como dice mi madre, es que la vida da muchas vueltas.
A Anakin lo conocimos como un chico normal, más bien tirando a majete, pero ya en el segundo episodio se le empezó a agriar el carácter. La muerte de su madre lo trastorna y lo acerca un poco al lado oscuro, al que luego sucumbe para evitar la muerte de su amada. Y como era de prever, finalmente el poder lo corrompe y lo empuja a lo más profundo del lado oscuro de la Fuerza. Una historia lamentable, pero mucho más común de lo que parece.

Algo parecido (valga la comparación) es lo que les sucede a las células tumorales, como por ejemplo a las de colon. Empiezan bien, con futuro brillante y prometedor recaptando iones de aquí y de allá, pero algo sucede que les hace desviarse ligeramente del camino. Esto no las convierte directamente en maléficas células tumorales del lado oscuro, como mucho en simples adenomas con mal carácter. Aún tienen que ocurrir más acontecimientos terribles en su destino para que sucumban irreversiblemente al lado oscuro y se conviertan en terribles células tumorales, dignas herederas del más vengativo Darh Vader.
Anakin una vez finalizada su transformación tumoral. De Flickr

De acuerdo, no podemos evitar que la madre de Anakin muera y él se acerque al lado oscuro de la Fuerza. Pero, ¿y si en ese momento, para evitar males mayores, encerráramos al desconsolado jedi en una nave y le impidiéramos casarse con su amada y entregarse a los Sith para evitar también su muerte? Bueno, a parte de cargarnos los tres episodios restantes de la saga, evitaríamos también la matanza de miles de jedis inocentes y que el Imperio Galáctico conquistara la Galaxia. No está mal.

Pues esto es lo que acaban de publicar en un artículo de la prestigiosa revista Nature Genetics. Un grupo de investigadores ha descubierto un nuevo mecanismo por el que las células de un tumor benigno (un adenoma de colon) reciben instrucciones para crecer en compartimentos reducidos y no invadir otras áreas del tejido, evitando su transformación a auténticos cánceres. ¡Ahí es nada!

Y este fabuloso descubrimiento ha sido realizado nada más y nada menos que por un grupo de Barcelona. Sí he dicho Barcelona. Para que veáis que aquí también sabemos hacer ciencia de la buena.

No hay comentarios: